La nueva asistencia en el parto
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La nueva asistencia en el parto
La nueva asistencia en el parto
La mujer adquiere el protagonismo que creía haber perdido en uno de los momentos más importantes de su vida y de la de su bebé. La humanización del parto es el objetivo principal del nuevo protocolo de asistencia al parto, que no olvida, por supuesto, la seguridad del pequeño y de la madre.
¿En qué consiste?
Asistencia. El nuevo protocolo de la SEGO pretende humanizar el proceso, optando por intervencionismo mínimo siempre que sea posible.
Con la nueva asistencia al parto la mujer se erige como parte activa de este momento único en su vida y en la de su pequeño. En los últimos años la mujer se ha quejado de muchas de las actuaciones llevada a cabo por los especialistas y que se tomaban como rutinarias.
A principios de 2008 la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia sacaba a la luz un documento de consenso que revisaba el protocolo anterior por el que se regían los especialistas en esta materia.
Las mamás se quejaban de un trato impersonal y una pérdida de intimidad absoluta. Ahora con el nuevo protocolo, se pretende humanizar el proceso optando por intervencionismo mínimo, siempre que no sea necesario, y manteniendo la seguridad de la gestante y del bebé.
Es lo que se da a conocer como parto no intervenido que no es lo mismo que natural. En él, la medicación no tendrá un carácter sistemático, sino que se administrará en los casos que así lo requieran, siempre previo aviso de su conveniencia para la madre.
En el momento del alumbramiento, el equipo de médicos mantendrá una conducta expectante cuando las condiciones de salud materna y fetal lo permitan y sólo intervendrá si se consideran que puede complicarse el parto.
El personal asistencial actuará de vigilante controlando que todo se desarrolle de manera adecuada y velando por un alivio del dolor, un control fetal y la seguridad de la madre y del recién nacido.
¿Qué supone para la mujer?
Lo fundamental de este nuevo protocolo de asistencia al parto es que ofrece a la madre la posibilidad de decidir si el parto es intervenido o no. Y a partir de ahí se toman las medidas oportunas. Es una opción que se debe tener en cuenta a la hora de ser atendida.
La mujer será informada sobre la evolución del parto en todo momento de forma veraz y se le explicará cada paso de forma que pueda entenderlo. Además, podrá decidir en cuestiones como la persona que quiere que le acompañe, la posición para dar a luz o si quiere o no que se le ponga un enema.
La madre podrá estar acompañada por la persona que ella desee, si las condiciones de parto lo permiten. Los profesionales médicos deberán hacer partícipe al acompañante en dicha actividad.
Si fuera necesario realizar un parto instrumental o una cesárea, la presencia del acompañante quedará en un segundo plano y su entrada dependerá del personal asistencial que atienda el parto.
Se da la opción de que la mujer adopte la posición que desee durante el expulsivo, siempre que se respeten los principios de calidad asistencia y control del estado fetal. Se debe facilitar a la parturienta la adopción de la posición (sentada, acostada, deambulando?) que le aporte un mayor confort.
El enema es opcional. Antes formaba parte de la rutina del parto pero en la actualidad ha caído en desuso. Se trata de una lavativa que impide que la mujer pueda evacuar cuando está empujando. Antes se temía que el bebé pudiera coger alguna infección al contacto con las heces, pero es improbable.
De todos modos, si la mujer solicita el enema porque crea que puede sentirse más cómoda, se le puede poner al ser ingresada en el hospital.
Tampoco se restringirá la ingesta de líquidos durante el trabajo de parto, sobre todo en procesos prolongados e incluso se permitirá que ingieran comidas livianas si lo necesitan cuando los trabajos de parto progresan normalmente.
Otro de las claves acordadas en el nuevo protocolo es no separar al recién nacido de la madre, excepto que sea imprescindible. La atención inicial del recién nacido se debe hacer en la propia sala de partos y en presencia de los padres.
Todas estas medidas contribuirán a crear un clima de confianza, seguro e íntimo para la madre que favorezca que el parto sea lo más confortable posible.
El médico en la práctica
El modo de actuación de los médicos cambia en este nuevo protocolo, lo que también tiene repercusión en la mujer, su comodidad y seguridad. Se han producido cambios en asuntos como la administración de oxitocina, el rasurado, la epidural, la monitorización electrónica continua o la episiotomía, ue ya no se consideran imprescindibles ni condicionantes.
Todos estos aspectos formaban parte de la práctica rutinaria, pero después de la revisión no se realizarán de manera arbitraria sino que deben estar justificados en casos de estricta necesidad.
Así, por ejemplo, la administración de oxitocina en el alumbramiento para estimular el parto y disminuir su duración, las hemorragias o las anemias severas que pueden darse después del alumbramiento, sólo se limitará a casos de necesidad.
El rasurado del periné ya no es necesario, salvo que sea preciso realizar una episiotomía, en el que el rasurado se hará tan sólo en la zona mínima necesaria. En cuanto a la episiotomía, que consiste en una incisión quirúrgica en el periné para agrandar la apertura vaginal cuando está naciendo el bebé, el protocolo concreta que ha de ser restrictiva.
Para aliviar el dolor la epidural es el método más efectivo. Si se opta por no administrarla, el control monitorizado del bebé tendrá que ser continuo. Lo mismo ocurre con la oxitocina.
Las reglas están cambiando y ejemplo de ello son estas pequeñas pero significativas modificaciones que mejorarán la sensación de bienestar y naturalidad que la mujer necesita.
La mujer adquiere el protagonismo que creía haber perdido en uno de los momentos más importantes de su vida y de la de su bebé. La humanización del parto es el objetivo principal del nuevo protocolo de asistencia al parto, que no olvida, por supuesto, la seguridad del pequeño y de la madre.
¿En qué consiste?
Asistencia. El nuevo protocolo de la SEGO pretende humanizar el proceso, optando por intervencionismo mínimo siempre que sea posible.
Con la nueva asistencia al parto la mujer se erige como parte activa de este momento único en su vida y en la de su pequeño. En los últimos años la mujer se ha quejado de muchas de las actuaciones llevada a cabo por los especialistas y que se tomaban como rutinarias.
A principios de 2008 la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia sacaba a la luz un documento de consenso que revisaba el protocolo anterior por el que se regían los especialistas en esta materia.
Las mamás se quejaban de un trato impersonal y una pérdida de intimidad absoluta. Ahora con el nuevo protocolo, se pretende humanizar el proceso optando por intervencionismo mínimo, siempre que no sea necesario, y manteniendo la seguridad de la gestante y del bebé.
Es lo que se da a conocer como parto no intervenido que no es lo mismo que natural. En él, la medicación no tendrá un carácter sistemático, sino que se administrará en los casos que así lo requieran, siempre previo aviso de su conveniencia para la madre.
En el momento del alumbramiento, el equipo de médicos mantendrá una conducta expectante cuando las condiciones de salud materna y fetal lo permitan y sólo intervendrá si se consideran que puede complicarse el parto.
El personal asistencial actuará de vigilante controlando que todo se desarrolle de manera adecuada y velando por un alivio del dolor, un control fetal y la seguridad de la madre y del recién nacido.
¿Qué supone para la mujer?
Lo fundamental de este nuevo protocolo de asistencia al parto es que ofrece a la madre la posibilidad de decidir si el parto es intervenido o no. Y a partir de ahí se toman las medidas oportunas. Es una opción que se debe tener en cuenta a la hora de ser atendida.
La mujer será informada sobre la evolución del parto en todo momento de forma veraz y se le explicará cada paso de forma que pueda entenderlo. Además, podrá decidir en cuestiones como la persona que quiere que le acompañe, la posición para dar a luz o si quiere o no que se le ponga un enema.
La madre podrá estar acompañada por la persona que ella desee, si las condiciones de parto lo permiten. Los profesionales médicos deberán hacer partícipe al acompañante en dicha actividad.
Si fuera necesario realizar un parto instrumental o una cesárea, la presencia del acompañante quedará en un segundo plano y su entrada dependerá del personal asistencial que atienda el parto.
Se da la opción de que la mujer adopte la posición que desee durante el expulsivo, siempre que se respeten los principios de calidad asistencia y control del estado fetal. Se debe facilitar a la parturienta la adopción de la posición (sentada, acostada, deambulando?) que le aporte un mayor confort.
El enema es opcional. Antes formaba parte de la rutina del parto pero en la actualidad ha caído en desuso. Se trata de una lavativa que impide que la mujer pueda evacuar cuando está empujando. Antes se temía que el bebé pudiera coger alguna infección al contacto con las heces, pero es improbable.
De todos modos, si la mujer solicita el enema porque crea que puede sentirse más cómoda, se le puede poner al ser ingresada en el hospital.
Tampoco se restringirá la ingesta de líquidos durante el trabajo de parto, sobre todo en procesos prolongados e incluso se permitirá que ingieran comidas livianas si lo necesitan cuando los trabajos de parto progresan normalmente.
Otro de las claves acordadas en el nuevo protocolo es no separar al recién nacido de la madre, excepto que sea imprescindible. La atención inicial del recién nacido se debe hacer en la propia sala de partos y en presencia de los padres.
Todas estas medidas contribuirán a crear un clima de confianza, seguro e íntimo para la madre que favorezca que el parto sea lo más confortable posible.
El médico en la práctica
El modo de actuación de los médicos cambia en este nuevo protocolo, lo que también tiene repercusión en la mujer, su comodidad y seguridad. Se han producido cambios en asuntos como la administración de oxitocina, el rasurado, la epidural, la monitorización electrónica continua o la episiotomía, ue ya no se consideran imprescindibles ni condicionantes.
Todos estos aspectos formaban parte de la práctica rutinaria, pero después de la revisión no se realizarán de manera arbitraria sino que deben estar justificados en casos de estricta necesidad.
Así, por ejemplo, la administración de oxitocina en el alumbramiento para estimular el parto y disminuir su duración, las hemorragias o las anemias severas que pueden darse después del alumbramiento, sólo se limitará a casos de necesidad.
El rasurado del periné ya no es necesario, salvo que sea preciso realizar una episiotomía, en el que el rasurado se hará tan sólo en la zona mínima necesaria. En cuanto a la episiotomía, que consiste en una incisión quirúrgica en el periné para agrandar la apertura vaginal cuando está naciendo el bebé, el protocolo concreta que ha de ser restrictiva.
Para aliviar el dolor la epidural es el método más efectivo. Si se opta por no administrarla, el control monitorizado del bebé tendrá que ser continuo. Lo mismo ocurre con la oxitocina.
Las reglas están cambiando y ejemplo de ello son estas pequeñas pero significativas modificaciones que mejorarán la sensación de bienestar y naturalidad que la mujer necesita.
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